¿Alguna vez al visitar un spa te has encontrado con una sucesión de luces de colores? ¿O durante un masaje?
Esto sucede debido a lo que llamamos, cromoterapia, una técnica usada desde hace más de 5.000 años.
La cromoterapia, consiste en el uso de los colores con fines terapéuticos.
Puede que, el término “cromoterapia” pueda parecer nuevo, pero el estudio de las propiedades de la luz sobre el cuerpo humano y su aplicación se remonta civilizaciones como el Antiguo Egipto, China o India.
En el Antiguo Egipto se creía que la disciplina de la cromoterapia fue descubierta por el dios Tot, de la sabiduría, las artes y los conjuros.
A la misma, se le adjudicaban propiedades curativas para tratar diferentes enfermedades.
En la India, se recomendaba la luz solar para tratar diferentes dolencias.
Al igual que, tanto en la Grecia clásica como helenística, se aplicaba esta técnica con fines terapéuticos.
Junto con otros elementos con propiedades curativas como son: los minerales de colores, las piedras o cristales.
Pero fue, en los siglos XIX, XX y XXI cuando la cromoterapia obtuvo gran relevancia.
En concreto, Ghadiali en 1927 fue quien buscaba un enfoque más científico de esta disciplina.
Intentando demostrar cómo la estructura química de los colores era capaz de atravesar diferentes zonas del cuerpo favoreciendo la salud en las mismas.
Sin embargo, sería Klotsche, un seguidor de Ghadiali quien estableció una relación entre los chakras, (zonas energéticas del cuerpo), y los colores.
De forma que:
- El rojo representaba el chakra raíz.
- El naranja se relaciona con el chakra sagrado.
- El verde con el chakra laríngeo.
- Mientras que, el índigo se relaciona con el chakra tercer ojo.
- El violeta se adjudica al chakra de la corona de la cabeza.
- Y, por último, el blanco es la mezcla más perfecta de todos los colores.